Ser traductor no es simplemente firmar un papel y ponerle a dicho papel el nombre de la compañía para que quede bonito. Va más allá de ello, implica involucrarse semánticamente, morfológicamente y gramaticalmente con el texto original para encontrar los términos adecuados. Implica amar la profesión, investigar, averiguar, indagar, consultar infinitas fuentes hasta encontrar el término adecuado en la traducción. Implica estar dispuesto a ir a universidad día tras día a quemarse las pestañas para aprender. Implica responsabilizarse con el cliente cuando existe un error o una omisión involuntaria, dar la cara.
Elija siempre profesionales.
Llámenos. Damos la cara.
Contrate profesionales con la debida certificación, membrecías y licencias profesionales. No se deje engañar: ser notario no acredita a un individuo a desempeñar una tarea tan difícil como es la de traducir documentos.